VIOLETA, Tan Frágil como un Segundo
VIOLETA,
Tan frágil como un segundo
1917-1967
Para
olvidarme de ti / voy a cultivar la tierra. / En ella espero
encontrar / remedio para mi pena / Aquí plantaré el rosal / de las
espinas más gruesas. / Tendré lista la corona /para cuando en mí
te mueras.
En
febrero de 2017 se cumplieron cincuenta años de la muerte de
Violeta. Y en octubre del mismo año, cien de que nació. Aún
tenía cuarenta y nueve aquel día 5 del segundo mes cuando se quitó
la vida con un balazo implacable de revolver. Qué lejos de los
ciento dos que vivió su hermano, el antipoeta Nicanor,
longevo como pocos. Era pues, una mujer joven, aunque si la
juzgáramos por su biografía, pensaríamos que era mucho mayor.
¡Qué no hizo Violeta Parra en menos de cincuenta años!, artista
múltiple a quien se le conoce por sus enormes composiciones
musicales pero cuyo talento iba mucho más lejos: hizo pintura,
cerámica, bordados, esculturas; viajó por todos los rincones de
Chile recopilando miles de cantos, versos, tonadas; antes de los
cuarenta ya había ganado algún premio como folclorista y fue
directora de un museo; trabajó en la radio, tuvo tres hijas y un
hijo, se casó y se descasó dos veces, se enamoró apasionadamente
de Gilbert, grabó para la disquera Le Chant du Monde,
recorrió Europa, se instaló en París, expuso sus tapices en el
Museo de Louvre, inspiró la Nueva Canción Chilena.
¡Yo
no sé por qué mi Dios / le regala con largueza / sombrero con tanta
cinta / a quien no tiene cabeza!
Es
difícil elegir canciones de su repertorio: hay tantas y tan buenas.
Un vistazo a alguna de las páginas disponibles con su cancionero,
intimida por su extensión, tanto de temas propios como de los muchos
que recopiló: cuecas, zambas, décimas, tonadas. Pero vale la pena
el esfuerzo de arrimarse a todas esas maravillas. Sus composiciones
abrevan de la raíz musical folclórica que tan bien investigó y
asimiló, pero tienen sin duda un sello personal que se expresa sobre
todo a través de las letras. En sus canciones hay amor y desamor,
por supuesto, pero también gritos, maldiciones, humor, guiños,
indignación y dolor, todo expresado de manera honda y poética, cosa
infrecuente en la canción popular. No era una cantante muy refinada
pero sí apasionada, a veces hasta salvaje y en muchas ocasiones
arriesgada, hasta experimental, como en aquella impresionante canción
llamada El Gavilán.
O jocosa como en la esdrújula Mazúrquica modérnica.
Me
han preguntádico varias persónicas / si peligrósicas para las
másicas / son las canciónicas agitadóricas: / ¡ay, qué
pregúntica más infantílica! / Solo un piñúflico la formulárica,
/ pa’ mis adéntricos yo comentárica.
A
Violeta, izquierdista declarada, comunista confesa, no le tocaron
algunas tragedias que la habrían lastimado, como el golpe militar en
Chile, pero sí las cotidianas que sufría la gente, muchas veces a
manos de los poderosos, dueños del dinero o de la religión. A
estos últimos les dedicó varios sonoros versos:
Miren
cómo nos hablan del paraíso / cuando nos llueven penas como
granizo. / Miren el entusiasmo con la sentencia / sabiendo que
mataban a la inocencia. / ¿Qué dirá el Santo Padre que vive en
Roma, / que le están degollando a sus palomas?
Por
supuesto que algo genético habría en los Parra, tan llenos de
talentos artísticos que no se terminan con la generación de Violeta
y sus muchos hermanos -Hilda, Lalo, Lautaro, Nicanor, Roberto, Óscar-
sino que han continuado con sus propios hijos: Ángel e Isabel,
músicos ambos que padecieron el exilio de la época pinochetista; y
sus nietos: otro Ángel, miembro éste del grupo Los Tres,
y Javiera y Tita, quienes
desarrollan sus propias carreras solistas; su sobrina, también
cantautora, Colombina Parra y otra sobrina, Catalina, quien es
artista visual.
Así sucede a veces,
aunque no con mucha frecuencia, me temo, en las familias. Si
quisiera pensar en otra, me remitiría sin duda a los mexicanos
Revueltas, tan llenos de explosivos talentos artísticos como los
Parra: José, Silvestre, Rosaura, Fermín y algunos de sus
descendientes.
¿Qué
he sacado con la luna que los dos miramos juntos? / ¿Qué he sacado
con los nombres estampados en el muro?
Como cambia el calendario, cambia todo en este mundo.
Como cambia el calendario, cambia todo en este mundo.
El caso es que
Violeta, frágil de salud como fue en su infancia, iracunda e
intratable en su madurez, según narran algunos, vivió con
intensidad sus pocos años y lo hizo comprometida con su arte y con
sus causas: miró de cerca la injusticia, la miseria, el hambre y se
rebeló contra todo ello. No se resignó a una vida doméstica, de
ama de casa convencional, sino que salió a conocer mundo aunque
ello le valiera reproches, rupturas, alejamientos, dolor. Su propia
hija Rosa Clara murió muy pequeña cuando ella estaba lejos y esa
fue una pena imposible de aliviar. Ella quería que su mundo fuera
ancho, y aunque conoció a detalle la geografía de su país, también
quiso mirar más allá. Tuvo reconocimientos, sí, pero también
sufrió incomprensión en su propia tierra. Murió por mano propia
en su carpa de la Comuna de la Reina, donde se había empeñado en
construir un centro de cultura folclórica que fue desdeñado por sus
compatriotas. Ese y otros factores contribuyeron, seguramente, a su
decisión final: dar por terminada así una vida a la que apenas un
año antes acababa de dar gracias emocionadas. Esa era Violeta:
contradictoria, impredecible, agradecida y meledicente:
Gracias
a la vida que me ha dado tanto. / Me dio el corazón que agita su
marco / cuando miro el fruto del cerebro humano, / cuando miro el
bueno tan lejos del malo, / cuando miro el fondo de tus ojos claros.
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Maldigo
la primavera / con sus jardines en flor, / y del otoño el color / yo
lo maldigo de veras. / A la nube pasajera / la maldigo tanto y tanto,
/ porque me asiste un quebranto. / Maldigo el invierno entero / con
el verano embustero. / Maldigo profano y santo / ¡Cuánto será mi
dolor.
La
actriz Francisca Gavilán encarna de modo impresionante a la artista
en la película de Andrés Wood “Violeta se fue a los cielos”,
de 2001. Una buena forma de iniciarse en el conocimiento de Violeta
es a través de esa cinta, basada en el libro del mismo nombre
escrito por Ángel, su hijo, que la muestra como seguramente fue:
irónica, irascible, apasionada, inconforme. Artista y ser humano a
quien, con todas sus virtudes y defectos, con todas sus
contradicciones, a cincuenta años de su muerte y cien de su
nacimiento, habremos de celebrar, escuchándola.
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